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28 octubre 2021
Posteado en : Entrevista
Mario Farnós es teniente de la Guardia Civil y director de un proyecto en Mauritania sobre seguridad marítima. A continuación, conocemos su experiencia en el país africano
¿Cómo fue tu llegada a Mauritania? ¿Recuerdas alguna anécdota?
Mi llegada a Mauritania fue tranquila en un primer momento ya que la hicimos juntos el coordinador (Alejandro Bosch) y yo, y eso te tranquiliza un poco. Para mí era la primera vez a largo plazo en África. Te das cuenta de que Mauritania es una mezcla de culturas, sabes que es una república islámica, en lo que a religión se refiere, pero el ver como convive el mundo árabe y el África subsahariana, me resultó chocante.
Como anécdota curiosa, lo de comer con las manos, no es fácil…. ver cómo te miran esperando a ver si comes el arroz, o como vas a cortar un pedazo de carne. Al final te ayudan, ellos mismo lo cortan con la mano y te dan el trozo para que puedas comer, no puedes negarte ante un gesto de amabilidad y que con el hambre se agradece.
¿Cómo fue el periodo de adaptación? ¿Qué fue lo que más te costó y lo que menos?
Lo que más me costó, respecto al ámbito profesional, fue tomarme las cosas con la relativa sencillez y calma que se hacen aquí las cosas, no planifican ni a corto plazo, ni son tan estrictos con los horarios y los plazos, eso sí, el día que hay que hacer algo ahí están, lo organizan de un día para otro y sin problema.
Me recuerda mucho a como hacíamos las cosas en España hace 25 años, sin tanto protocolo, procedimiento, y demás.
Lo que menos me costó es a ver las cosas desde su punto de vista, me considero una persona empática y me pongo en su lugar, les pido las cosas sabiendo los medios que hay en el país, la situación, los recursos y el personal del que disponen, para saber hasta dónde podemos llegar juntos.
¿Es tu primera experiencia fuera de España?
A largo plazo si es mi primera experiencia, ya había trabajado con FIIAPP como experto a corto plazo en Chile y Bolivia, pero la cultura islámica no tiene nada que ver con Latinoamérica.
Ahora mismo estoy en el ecuador, llevo un año y en principio me queda otro, ¡insallah! aunque nunca se sabe cuánto tiempo estaremos aquí, yo estoy muy a gusto.
¿Cómo es tu trabajo y tu día a día? ¿Es muy diferente a la rutina que llevabas en España?
Mi día a día, es completamente diferente a lo que hacía en España.
Yo estaba como comandante de puesto en la isla de Fuerteventura y allí la principal función era prever la llegada de los inmigrantes, coordinar el dispositivo de seguridad a su llegada, saber que estaría esperando la asistencia médica y trasladarlos al hospital o a la Brigada de extranjería para su identificación. Aquí es muy diferente, es trabajar día a día con diferentes instituciones como la Gendarmería Nacional, los Guardacostas mauritanos, la Policía Mauritana y organizar reuniones conjuntas para que puedan trabajar coordinados, que no subordinados, en el ámbito de la seguridad marítima y de la inmigración, sobre todo la irregular.
¿Cómo es la relación con la FIIAPP? ¿Y con los compañeros de Mauritania?
La relación con el personal de la FIIAPP que está en Madrid es diferente a como yo venía trabajando. Conocer la metodología de la FIIAPP, los procesos, los procedimientos, entender que cada uno tiene su parcela, pero te das cuenta de que hay grandísimos profesionales con unos conocimientos extraordinarios en campos que yo desconocía por completo.
Con mi compañero de Mauritania, Alejandro, que puedo decir, llegamos juntos, compartimos la misma oficina, utilizamos un solo ordenador y al igual que con los compañeros de Madrid te das cuenta de los grandes conocimientos y capacidad de trabajo que tiene en ámbitos que te eran desconocidos.
¿Cómo valoras tu experiencia de trabajar como expatriado de la FIIAPP?
En dos palabras, muy positiva.
En el aspecto profesional para mí era un reto, trabajar en otro país, en otro idioma, otra cultura y, después de un año, ver que los beneficiarios de Mauritania están contentos con tu trabajo, te hace sentir alegre.
Y en el plano personal, pues una experiencia muy gratificante que nunca olvidaras.
Conoce el proyecto que Mario Farnós coordina en Mauritania.
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06 septiembre 2018
Posteado en : Reportaje
¿Cómo se lucha contra el narcotráfico en un país productor de hoja de coca? Conocemos el caso de Bolivia junto al proyecto de apoyo a las instituciones en esta tarea
La oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) apunta en su informe sobre los cultivos de hoja de coca en Bolivia, que el país tiene más de 20.000 hectáreas legales. Una extensión que se concentra en dos áreas principales: la zona de las Yungas, en el Departamento de La Paz; y la zona de Chapare, en el Trópico de Cochabamba.
La UNODC proporciona de esta forma información al gobierno boliviano sobre la cantidad y ubicación geográfica de los cultivos, pues parte de la hoja de coca se desvía hacia el tráfico ilícito. Que este producto se convierta en una droga internacional es lo que trata de evitar la Policía boliviana y otras instituciones involucradas. Este informe les permite el desarrollo de estrategias y políticas para su control.
Estas instituciones cuentan además con el apoyo en esta tarea de un proyecto gestionado por la FIIAPP, en coordinación con el Consejo Nacional de la Lucha contra el Tráfico Ilícito de Drogas (CONALTID), con fondos de la Unión Europea y de la AECID. Y es que la paradoja es todavía más difícil de abordar cuando la hoja de coca es un producto cultural.
El agricultor no es el traficante
Javier Navarro es uno de los expertos del proyecto. El inspector de la Policía Nacional española recuerda que “el consumo de hoja de coca es algo que está muy arraigado en sus costumbres”. En Bolivia, el producto se consume directamente con el acullico (mascar la propia hoja de coca con otros productos que la dulcifiquen) o se utiliza para mate o caramelos.
Su producción se gestiona a través de cooperativas. Cada agricultor registrado tiene derecho al cultivo de un cato de coca (1.600 m2). El producto llegaría al mercado legal después de pasar por la cooperativa. El problema es que no toda la producción sigue ese camino.
Parte de la hoja de coca se introduce en “circuitos paralelos” y con ella se fabrica la pasta base de la que sale el clorhidrato de cocaína. Una vez conseguida esta sustancia, explica el inspector de policía, se habla de tráfico propiamente dicho. Además, existen cultivos ilegales “en zonas de frontera o de difícil acceso”.
Sin embargo, ningún agricultor colabora en ese fin, simplemente viven de ello. “El productor no tiene ese perfil de traficante”, comenta Navarro, e incluso si actuara de manera ilícita, se trataría del eslabón más pequeño de toda la cadena de narcotráfico.
Javier Navarro apunta además que “Bolivia no es solo un país productor, sino también de tránsito”, principalmente por cuestiones geográficas. Al país llega la pasta base de Perú, igualmente productor, para realizar la denominada “purificación” en laboratorios.
Y aporta un dato representativo: “el kg de clorhidrato de cocaína sale en Bolivia a 2.500 dólares. Cuando llega a España, pasa a costar 35.000 dólares”. España vuelve a funcionar en este caso como país de tránsito: desde aquí se exporta la cocaína a Francia, Italia o Gran Bretaña con el consiguiente incremento de precio. Un recorrido que lo convierte en un problema transnacional.
¿Cuál es el papel del proyecto?
Para hacer frente a este problema, miembros de la Guardia Civil y del Cuerpo Nacional de Policía trabajan en este proyecto con los agentes bolivianos en la lucha contra el narcotráfico y delitos conexos, como el blanqueo de capitales o la trata y el tráfico de personas. Además se actúa en fronteras y aeropuertos.
En concreto, se forma a la Fuerza Especial de la Lucha contra el Narcotráfico, unidades especializadas repartidas en varios puntos de la geografía boliviana. Y es que el narcotráfico representa el sector dominante del crimen organizado. La evolución de sus formas de organización y acción requieren una adaptación constante de los dispositivos y estrategias de lucha contra esta problemática.
Una formación que se ha complementado con visitas a España para conocer los procedimientos de las fuerzas de seguridad españolas, por ejemplo, en inteligencia e investigación criminal.
Tras dos años de trabajo, “el proyecto está consolidado y son las propias instituciones las que acuden a él”, explica Javier Navarro. Se ha conseguido, entre otras cosas, abordar las investigaciones de una forma más integral. Esto es, según el inspector, que no solo se detenga al transportista, sino que se lleguen a desarticular organizaciones.
Un trabajo que se completa con la sensibilización de los ciudadanos a través de algunas actividades de comunicación. La última, un taller para periodistas en el que se trabajó sobre cómo comunicar adecuadamente sobre temas tan sensibles.
Proyectos para un problema transnacional
La FIIAPP gestionaba hasta hace poco un proyecto similar en Perú, ejemplo de buenos resultados con la desarticulación de más de cien organizaciones criminales dedicadas al tráfico ilícito de drogas. La Fundación también está presente en esta dimensión operativa con el proyecto SEACOP, para la lucha contra el tráfico marítimo de drogas.
Además, existen programas regionales que acompañan las políticas públicas de los países latinoamericanos. Es el caso de EL PAcCTO contra el crimen transnacional organizado o COPOLAD, que abarca la dimensión social y sanitaria.
Además, otros proyectos siguen las rutas de narcotráfico más importantes, como la de la heroína. UE-ACT actúa en 30 países de Asia central, la costa Este de África y Europa del Este, y trabaja para mejorar la eficacia de las policías y de los órganos judiciales, además de la prevención del consumo de drogas.