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30 agosto 2018
Posteado en : Opinión
Juan Antonio Aunión, periodista de El País, nos explica su experiencia en el taller de crónica periodística que impartió en Bolivia dentro del proyecto contra el narcotráfico y la trata y tráfico de personas
Pocos trabajos tienen un ritmo tan endiablado como el de periodista. Las urgencias del día a día raramente dejan huecos para la reflexión sobre la labor propia, para pensar despacio en las cosas en las que fallamos, también en las que salen bien, pero, sobre todo, en qué podemos hacer para mejorar. Por eso aprecio tanto mi trabajo como profesor en la Escuela de Periodismo UAM-El País, porque me obliga a reflexionar sobre todo ello. Y también por eso acepté, sin pensarlo dos veces, la invitación de la FIIAPP para impartir en La Paz (Bolivia), en coordinación con la Secretaría de Coordinación del CONALTID, y con la financiación de la Unión Europea y la AECID, el Taller internacional de crónica periodística sobre prevención en el consumo de drogas y la trata y tráfico de personas, unos temas tan importantes y tan serios que merecen todavía mayor cuidado y autocrítica a la hora de abordarlos desde los medios de comunicación.
En ese contexto, lo más lógico para mí era plantear desde el principio, de cinco días, una reflexión conjunta con los participantes, una veintena de profesionales de la prensa, la radio y la televisión bolivianas. Precisamente, la heterogeneidad del grupo (no solo porque venían de medios distintos, sino también porque había algunos muy jóvenes, recién llegados al oficio, junto a curtidos periodistas con décadas de experiencia a sus espaldas) acabó aportando una enorme riqueza al taller. Pero también fue la primera dificultad, solventada, en todo caso, por el formato elegido: presentaciones breves, aliñadas con muchos ejemplos de textos de referencia, un trabajo sobre el que poner inmediatamente en práctica todas las ideas y las técnicas que se iban exponiendo, y mucha interacción, mucho diálogo.
Esa tarea práctica consistía en escribir una crónica/reportaje en torno al consumo de drogas o la trata y el tráfico de personas, el cual nos sirvió para repasar todo el proceso periodístico, desde la elección del tema, su desarrollo, la documentación, el trabajo de campo, hasta la redacción y edición (en este caso, la corrección). En ese camino pudimos profundizar en las técnicas de ficción que nos pueden servir para presentar nuestro trabajo de una forma más profunda y atractiva, sin perder nunca de vista las ideas fuerza de cualquier texto periodístico: la honestidad, el rigor, la comprobación de cada dato o la presentación del contexto necesario para entender realidades complejas. Y todo ello, buscando el inexcusable equilibrio entre la distancia profesional y la sensibilidad que requiere tratar temas sociales, en general, y de drogas y trata, en particular.
Muchos de los problemas a los que los alumnos se fueron enfrentando en el camino son los mismos que nos podemos encontrar los profesionales españoles en nuestro día a día: cómo abordar a los personajes, cómo plantear la historia y hacerla atractiva, qué parte de la información obtenida con enorme esfuerzo debemos dejar fuera para que el resultado final sea mejor, etc. Sin embargo, otros tenían que ver con particularidades bolivianas, con unas condiciones de trabajo y un entorno culturar propios; por ejemplo, el burocrático procedimiento escrito necesario para solicitar casi cualquier dato oficial. Las respuestas que todos juntos hemos dado a estos problemas, en el vértice de su experiencia y la mía, han resultado la parte más interesante del curso, al menos para mí, y creo que además tiene mucho que ver con la filosofía de trabajo de la FIIAPP en todos los países en los que está presente.
Por lo demás, mi objetivo en este curso era ofrecer una serie de herramientas a los alumnos para poder contar de una manera un poco más atractiva, un poco más cercana, tanto las historias grandes, esos grandes despliegues por los que puede apostar un medio, como las historias pequeñas de todos los días, esas que hay que hacer a toda velocidad, pero que también merecen, aparte del irrenunciable rigor, todo el cuidado y el cariño que seamos capaces de darles. Sobre todo, cuando se abordan temas tan sensibles como los que tienen que ver con el consumo de drogas y la trata y tráfico de personas.
Juan Antonio Aunión, redactor especializado en temas sociales y educativos de El País
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21 octubre 2016
Posteado en : Opinión
El próximo lunes, 24 de octubre celebramos el Día Mundial de Información sobre el Desarrollo. Ángel González Suárez, Técnico de la FIIAPP (Comunicación- Cooperación Española), nos cuenta lo que supone la comunicación y cómo podemos comunicar.
Hace unas semanas pude leer una entrevista al antropólogo Arturo Escobar. En ella se recogían sus ideas sobre muchos temas, entre ellos, el papel de los expertos y las redes sociales. Se mostraba crítico con la capacidad de transformación social de estos cauces de comunicación y no dejaba en buen lugar a los especialistas. Reflexionando sobre sus afirmaciones, me quedé un poco ‘en tierra de nadie’, porque si bien me parecieron acertadas, mi experiencia me puso sus reparos.
Hoy todos somos expertos en algo. Habrá quién no lo haya asumido (aunque nuestra navegación, cada vez más especializada y segmentada gracias a Google, lo desmiente), pero las categorías, las etiquetas y las palabras clave van a continuar con nosotros en nuestra realidad digital. Y hasta cierto punto es bueno que haya expertos, no porque se les tenga que emular o alabar, sino porque su experiencia puede ser muy importante para los demás, siempre y cuando la comuniquen.
Una comunicación directa y personal
Antes de animar a los expertos en Cooperación para el Desarrollo, y especialmente a quienes no lo hayan hecho ya, a utilizar las redes sociales, aprovecho para recordar algunos medios y géneros que pueden ayudarles:
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Blogs
Son un espacio abierto a la creación, el comentario y la interacción. En España existen varios tipos, algunos de carácter periodístico con una comunidad de contribuyentes (El País o el eldiario.es), otros que nacen desde el ámbito de las ONGD (Pobreza Cero , la Fundación CIDEAL y los de muchas ONGD españolas), de los Organismos Internacionales (Banco Mundial) o la Administración Pública Española (el MAEC, que además ha realizado un documento importante en Diplomacia Digital, la FIIAPP, o el portal de la Cooperación Española, cuyo trabajo me gustaría potenciar).
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Videoblogs
Es un género que aún no ha calado en nuestros expertos. Tiene un alto grado de exposición pública (de ahí la influencia de los youtubers) pero también puede generar una empatía mayor con el público, más que a través de la palabra escrita. (No conozco ejemplos españoles, ni en español, que centren su contenido en Desarrollo, así que no dudéis en destacarlos en los comentarios).
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Redes Sociales
La utilización de las redes depende mucho de las características de cada una. No es lo mismo Twitter que Instagram, Facebook que LinkedIn. Recomiendo empezar por Twitter debido a su sencillez. Del buen hacer de sus usuarios en esta última hay muchos ejemplos, en @CooperacionESP tratamos de seguir múltiples cuentas que utilizan estilos y objetivos diversos. Merece la pena revisar bastantes perfiles antes de confeccionar el propio, y siempre, mucho mejor si se camina poco a poco.
A pesar de ello, muchos expertos, principalmente los que trabajan dentro de las instituciones públicas, apenas usan estos medios para transmitir su conocimiento. Sé que es difícil y que hay motivos sólidos por los que no lo hacen:
- Falta de tiempo.
- Temor a la exposición pública.
- Autoexclusión de las tareas de comunicación.
- Rigidez de la estructura institucional.
- Falta de confianza en las propias habilidades.
Sin embargo, no sólo creo que esto es un error, sino que si se potenciase el uso de las redes sociales servirían para mejorar la comunicación institucional.
Comunica lo que sabes hacer
Os pongo un ejemplo. Hasta hace poco tuve la suerte de compartir mi espacio de trabajo con varios expertos en diversas materias, todas relacionadas con la Cooperación para el Desarrollo.
Nunca antes había tenido la oportunidad de conocer la política de género española, ni las implicaciones y el grado de detalle que necesita la cooperación multilateral. Lo mismo me pasó con la coordinación de donantes dentro de la OCDE, los flujos de Ayuda Oficial al Desarrollo, el proceso de coordinación de cualquier posición que represente a España, la apuesta por mejorar los sistemas de salud y la atención a la infancia en otros países, o la necesidad de evaluar mejor nuestro trabajo.
Cualquier persona debe conocerlo, especialmente si lo estás sufragando con tus impuestos. La diferencia entre cualquier otro y yo es que yo tuve acceso a un experto.
La Cooperación Española tiene un gran panel de expertos. Lo he ido comprobando en los últimos dos años. Tienen experiencia en otros países, conocimiento, una buena red de contactos y mucho material documental acumulado (del que no se encuentra en la red). Comunicativamente hablando, son un filón. Creo que pueden mejorar las comunidades existentes y fortalecer la implicación social con la Cooperación, que ya de por sí es alta.
La implantación de un sistema de comunicación fácil para los expertos de las Administraciones Públicas no es nada del otro mundo, Francia y el Reino Unido ya lo han hecho, y nuestros expertos también, por ejemplo en el ámbito de la Educación para el Desarrollo. Por eso me gustaría que los especialistas y técnicos se impliquen más en la comunicación. Su tiempo es oro. No me cansaré de decirlo, tienen lo más importante: conocimiento. Trasladarlo es mucho más fácil.
Fijaos en Natalia Lizeth López López. Estoy convencido de que se convertirá en una experta, de hecho ya es una buena comunicadora que no conoceríamos sin Youtube. Lo mismo ocurre con muchos activos de la Cooperación Española. (Por cierto, y ésta es la clave, el enlace me lo ‘comunicó’ una de sus especialistas).
Escrito por Angel González, FIIAPP (Comunicación- Cooperación Española)
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