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05 junio 2014
Categoría : Opinión
5 de Junio: Día Mundial del Medio Ambiente
Anna Pons, Técnico de proyectos del Departamento de Desarrollo Económico y Medio Ambiente de la FIIAPP, nos habla en este artículo de los retos de futuro para lograr un desarrollo sostenible con motivo de la celebración hoy 5 de junio del Día Mundial del Medio Ambiente.
En un día como hoy, hace exactamente 42 años, tenía lugar en la ciudad de Estocolmo la primera conferencia organizada por Naciones Unidas dedicada exclusivamente al medio ambiente. En esta pionera “Cumbre de la Tierra” se iniciaba la agenda ambiental internacional y por primera vez, más allá de resaltar el valor de la naturaleza, se lanzaba un aviso frente a la acción del hombre: “Por ignorancia o indiferencia, podemos causar daños inmensos e irreparables al medio terráqueo del que dependen nuestra vida y nuestro bienestar”. Es también aquí donde se crea el Programa para el Medio Ambiente de Naciones Unidas (PNUMA) y se establece la fecha del 5 de junio como el Día Mundial del Medio Ambiente para sensibilizar a la población mundial e incentivar la acción política en todas las escalas.
Desde 1972 a día de hoy, esta agenda ambiental se ha ido ampliando adquiriendo un mayor impulso en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo celebrada en Río de Janeiro en 1992 donde se aprobaron tres de los convenios ambientales más importantes: el Convenio sobre la Diversidad Biológica, el Convenio Marco sobre el Cambio Climático (CMNUCC) y el Convenio para la Lucha contra la Desertificación. También aquí Naciones Unidas adopta formalmente el principio del desarrollo sostenible entendiéndolo como: “Satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de las del futuro para atender sus propias necesidades”. Esta definición dejaba claras dos cuestiones: la existencia de un vínculo directo entre medio ambiente y desarrollo y la vulnerabilidad de los países en desarrollo frente a la gestión de los recursos naturales.
Es a partir de esta cumbre, cuando realmente crece la preocupación social y política por las amenazas ambientales y poco a poco se van incorporando de manera transversal en las agendas públicas sectoriales de los organismos internacionales. Así, el medio ambiente se va interrelacionando con la salud, la seguridad, la industria, el transporte, la energía, las migraciones, etc.
Sin embargo, a pesar de los avances en las agendas políticas, de las cumbres y del nuevo objetivo orientado a un “desarrollo sostenible”, durante este periodo de tiempo, la población mundial ha crecido de forma exponencial -actualmente en 7.2 mil millones de personas- a la vez que ha tenido lugar un intenso desarrollo económico de los países más avanzados. La combinación de estos dos factores supuso, y sigue suponiendo, una fuerte presión en los recursos naturales donde se constata a nivel científico que los límites del planeta están siendo superados. Consumimos más de lo que la Tierra puede reponer de forma natural y producimos más residuos de los que puede depurar.
Esto ha dado lugar a diferentes desequilibrios ambientales con enormes repercusiones, siendo el cambio climático -cuyos efectos son ya visibles- de los más importantes. Sin embargo, otros desequilibrios como la sobreexplotación de los recursos hídricos, la acidificación del océano, la contaminación química, la deforestación o la pérdida de biodiversidad son también enormes desafíos globales. Es más, debido al ritmo al que están desapareciendo las especies en el planeta, se considera que estamos ante la sexta gran extinción de biodiversidad en la historia de la Tierra.
Los países en desarrollo son los más afectados por las problemáticas ambientales. Por un lado dependen de los recursos naturales para su subsistencia, bien directa o indirectamente, y por otro, disponen de menos recursos financieros y técnicos para hacer frente a las dificultades. Por tanto, cuando en el 2012 tiene lugar una nueva Cumbre de la Tierra denominada “Rio +20, la declaración final titulada “El Futuro que Queremos” deja tremendamente claro que “los avances han sido insuficientes”, que se deben tomar medidas urgentemente y que estos desafíos sólo pueden abordarse mediante la acción global coordinada a escala nacional, regional y local, siendo imprescindible la implicación de todos los actores sociales: administraciones, sector privado, sociedad civil, científicos, académicos, etc. El llamamiento a la acción se dirige tanto a países en desarrollo como desarrollados pero manteniendo el principio de “responsabilidades compartidas pero diferenciadas”.
El debate internacional sobre la nueva Agenda para el Desarrollo post 2015 tiene como base la declaración de Río+20, en cuyo inicio se afirma que “la erradicación de la pobreza es el mayor problema que afronta el mundo en la actualidad y una condición indispensable del desarrollo sostenible”. Por ello, para la elaboración de la misma, los Objetivos del Milenio están siendo mejorados y reconvertidos en 10 Objetivos para un Desarrollo Sostenible. Estos serían el modelo al cual todos los países deberían dirigir sus esfuerzos a partir de 2015. En este nuevo marco, y partiendo del respeto a los Derechos Humanos, se recogen cuatro dimensiones fundamentales: (i) un desarrollo social inclusivo, (ii) un desarrollo económico inclusivo, (iii) la sostenibilidad ambiental y (iv) buena gobernabilidad (paz y seguridad).
La cooperación internacional y la FIIAPP como actor destacado tienen por tanto un papel clave en este nuevo engranaje y en el apoyo a los países en desarrollo para hacer frente a los desafíos ambientales y acompañarles hacia un desarrollo más sostenible. No obstante, los países más avanzados, además de facilitar e impulsar la transferencia de tecnologías eficientes y el intercambio de conocimientos y buenas prácticas, deben también convertirse en referentes modificando los patrones de consumo y de producción hacia modelos más sostenibles.
Por último, y siendo hoy el día del medio ambiente, no querría cerrar este texto sin hacer un llamamiento a cada uno de nosotros como habitantes del planeta. La gran mayoría de nuestras acciones tienen un impacto en el medio ambiente: nuestros hábitos de consumo, el transporte que utilizamos, qué alimentos compramos o cómo educamos a nuestros hijos, son sólo algunos ejemplos. Todo repercute de una forma u otra en los recursos naturales y por tanto, ningún esfuerzo sobra.
“Nuestros problemas los ha creado el hombre y, por consiguiente, el hombre los puede resolver.
Y el ser humano puede ser tan grande como desee. Ningún problema del destino humano está fuera del alcance del ser humano. La razón y el espíritu del hombre a menudo han solucionado lo que parecía no tener solución. Y estamos convencidos de que pueden volver a hacerlo.”
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