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22 febrero 2018
Categoría : Opinión
Tributación, estado y ciudadanía en el laberinto del pos conflicto (I)
Viajamos con EUROsociAL+, programa financiado por la UE, a Caquetá (Colombia). En esta primera entrega, conocemos la situación de la cultura fiscal en uno de los territorios que han vivido durante décadas al margen del Estado, inmersos en el conflicto armado
Llegada a Caquetá (Colombia)Nuestro avión bimotor aterriza en el aeropuerto de Florencia, capital del Departamento de Caquetá, la puerta de entrada a la Amazonia colombiana. La tormenta que precedió a nuestra llegada ha dejado una tarde limpia y luminosa. El sol se derrama sobre un paisaje verde esmeralda de sobrecogedora belleza. Ganado cebú rodeado de garzas blancas, ríos serpenteantes, cultivos de arroz, plátano y yuca, ceibas, campesinos terminando su jornada laboral… un remanso de paz y armonía en una tierra sacudida por el conflicto armado, el narcotráfico y la pobreza.
Caquetá, tierra de informalidad
Caquetá vive principalmente de la producción ganadera y agrícola. Sus 480.000 habitantes se reparten en 16 municipios, aunque más de la mitad de los caqueteños se concentran en Florencia, una ciudad joven fundada en 1902.
La vida en Florencia discurre en un mar de economía sumergida. Según cifras del Banco de la República, el 76 por ciento de sus trabajadores son informales. La débil presencia del Estado, la baja calidad de los servicios públicos y la corrupción se retroalimentan de costumbres arraigadas en la ciudadanía, como el fraude fiscal, la violencia o el pobre respeto por los bienes públicos. Los problemas sociales de la ciudad se han acentuado con la llegada masiva de personas desplazadas por el conflicto armado, equivalentes al 60 por ciento de su población.
“Para qué pagar si se lo roban, ¿qué nos da el Estado? Pago impuestos mientras otros florecen en la informalidad. No es justo”, se quejan los empresarios. «Hay ganaderos ricos que no cumplen con sus obligaciones tributarias por puro egoísmo y así los servicios públicos nunca van a mejorar», nos cuenta una funcionaria.
El departamento de Caquetá, al igual que otras zonas del pos conflicto colombiano, está sumido en un círculo vicioso que complica el contrato social y la construcción de un nuevo marco de convivencia. La reciprocidad entre el Estado y los ciudadanos y la confianza interpersonal resultan complicadas.
El duro oficio de recaudar impuestos
Ser funcionario en Caquetá supone un desafío, pero ser recaudador de impuestos amerita una medalla al valor. Si alguien lo sabe bien es Hernando Vásquez. Hasta llegar al cargo de Director Distrital de la Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales de Colombia (DIAN) en Caquetá, Hernando pasó por prácticamente todos los puestos del escalafón: “Hace muchos años, cuando inicié en la Administración tributaria, recorría como único auditor todo el territorio de Caquetá y se notaba una fuerte resistencia de los comerciantes y de los contribuyentes. Yo realizaba censos y en alguna ocasión temí por mi vida, me tocó casi salir corriendo”.
Una manifestación de la ausencia del Estado en gran parte del territorio era que, en muchos lugares, se cobraba la ‘vacuna’, un impuesto exigido a los ciudadanos por la Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Esto obligaba a los comerciantes a llevar una contabilidad ‘B’ para cumplir con las extorsiones, mantener su negocio y, lo más importante, su integridad física y la de su familia. Las extorsiones de paramilitares también eran frecuentes.
En ocasiones, los comerciantes acudían a los grupos armados para evitar pagar al Estado. Así, una vez, nos cuenta Hernando, en uno de los municipios avisaron a las FARC de la presencia de los auditores de la DIAN. Ante la irrupción de los guerrilleros, los funcionarios tuvieron que huir del lugar para salvar la vida.
Palos y zanahorias
Aunque los tiempos han cambiado desde los acuerdos de paz entre el Gobierno y los grupos armados, cobrar impuestos en esta zona de Colombia continúa siendo complicado y pagarlos es un deber cívico ausente en el imaginario de buena parte de los caqueteños.
El Estado y la DIAN son vistos con desconfianza. Existe desconocimiento sobre el tema tributario. Muchos se ven forzados a subsistir en la economía sumergida. Otros, conociendo sus obligaciones y teniendo capacidad financiera, no pagan por falta de solidaridad. Las bandas criminales que se benefician del contrabando y la extorsión suponen todavía una amenaza para comerciantes, empresarios y, por supuesto, para los funcionarios de la DIAN.
Para que los tributos resulten claves en la vertebración de la paz y la construcción de una sociedad más igualitaria y con mejores servicios públicos, es imprescindible transformar la cultura tributaria de la población y cambiar los paradigmas en la relación entre el fisco y los ciudadanos.
El Gobernador de Caquetá, Álvaro Pacheco, es consciente de la necesidad de lograr una mayor reciprocidad: “En la medida en que los ciudadanos nos concienciemos, paguemos nuestros tributos y lo veamos reflejado en las verdaderas obras que necesita nuestro país, podremos avanzar. Pagar tributos no es el coco”.
La DIAN de Caquetá sabe que no es factible vencer mediante la coacción, es preciso convencer. Ante la imposibilidad de situar a sus diez únicos auditores “bajo de la cama de cada contribuyente”, hay que tender puentes. Además de ‘palos’, se necesitan ‘zanahorias’.
Así, los incentivos fiscales creados para impulsar la formalización y la inversión deben ir acompañados por mejores servicios de información y atención tributaria a los ciudadanos, así como por una buena dosis de pedagogía sobre el sentido social de los impuestos y el gasto público. La educación fiscal desde edades tempranas puede hacer sostenible este proceso y, a largo plazo, contribuir al cumplimiento voluntario de las obligaciones tributarias.
Desde hace varios años, la Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales de Colombia (DIAN) promueve encuentros infantiles y juveniles sobre cultura fiscal con escuelas del Caquetá y realiza ferias de servicios tributarios para socializar su función y acercarse a la ciudadanía. Se abren ahora oportunidades para consolidar y multiplicar estos esfuerzos a través de la Universidad, mediante el proyecto de los Núcleos de Asistencia Fiscal (NAF).
Borja Díaz Rivillas, Técnico Sénior en Gobernanza Democrática del Programa EUROsociAL+
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