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13 septiembre 2022
Categoría : Reportaje
Cooperación por un reto global: 36 millones de personas en el mundo sufren trastornos por consumo de drogas
Los datos mundiales de producción, tráfico y consumo problemático de drogas presentan una preocupante tendencia al alza. La FIIAPP y la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas hemos decidido reforzar nuestra colaboración en 32 países de América Latina y el Caribe y en 5 de Asia Central a través de dos programas de cooperación. Lo haremos desde un enfoque diferente: desde la salud pública y los derechos humanos
Las políticas públicas no caben en un tweet, no se pueden contar en 280 caracteres y es que para comunicar su extensión y acción hace falta mucho más. Por eso, ponemos en marcha una serie de conversaciones bajo el nombre Hablemos de Políticas Públicas en las que, a través de la voz de los expertos y expertas, profundizamos sobre el alcance de las administraciones públicas de distintos países para compartir soluciones a retos globales.
Retos que pueden y deben abordarse desde las políticas públicas
Iniciamos este ciclo de conversaciones colaborando con la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas (DGPNSD) y hablamos sobre #Drogas. Una conversación a tres bandas entre Joan Ramón Villalbí, delegado del Gobierno para el PNSD; Anna Terrón, directora de la FIIAPP; y Javier Sagredo, director del programa de cooperación en materia de drogas COPOLAD III.
¿Por qué políticas públicas en materia de drogas?
El reto de las drogas es global, atraviesa fronteras y golpea fuertemente a personas de todo el mundo. Además, se prevé que para 2030, las personas que consumen drogas se incrementen en un 11%. Una problemática de la que las políticas públicas se hacen eco e implementan, cada vez con mayores avances, estrategias que tratan de darle respuesta.
En esta línea, Javier Sagredo remarca la importancia de “apelar a la urgencia de humanizar más la política” y destaca que es necesaria una revisión puesto que “las recetas han estado siempre muy ligadas a ser muy duros con los débiles y muy débiles con los duros” y “esta es una parte de la revisión que tenemos que hacer para conseguir todo lo contrario”. Además, destaca que las respuestas comunitarias desarrolladas en América Latina y Caribe son una inspiración, puesto que han construido modelos de políticas públicas.
Lo cierto es que los datos de producción, tráfico y consumo problemático de drogas presentan una preocupante tendencia general al alza: 36 millones de personas en todo el mundo sufren trastornos por consumo de drogas. Además, según algunas previsiones, el narcotráfico mueve cada año entre 426 y 652 mil millones de dólares: el equivalente al PIB de Suecia.
Por ello, la coherencia de las políticas públicas es imprescindible para avanzar en las políticas de drogas y, con este propósito, el programa COPOLAD III, liderado por la FIIAPP en consorcio con el instituto italo-latinoamericana (IILA) y financiado por la Unión Europea, lleva trabajando más de diez años junto a la DGPNSD y otros aliados para fomentar el diálogo y la cooperación entre la Unión Europea y los países de América Latina.
América del Sur es el origen de la producción de la hoja de coca, pasta base y clorhidrato de cocaína en todo el mundo y en algunos países de América Latina y el Caribe, el 80% de las mujeres privadas de libertad lo son por delitos menores de drogas.
Las mujeres necesitan un enfoque específico
El enfoque que ha guiado las políticas públicas en materia de drogas ha girado, en su gran mayoría, en torno al consumo problemático de los hombres, sin poner la atención suficiente en las mujeres, quienes también sufren trastornos por consumo de drogas.
El feminismo ha modificado algunos de los parámetros para el desarrollo de las nuevas políticas públicas. “Nuestra cooperación es feminista” ha destacado Anna Terrón, y es esta dimensión la que ha propiciado el desarrollo de nuevas estrategias y formas de dar respuesta al consumo problemático en las mujeres.
En palabras de Joan Ramón Villalbí, “la realidad es que las mujeres tradicionalmente tienen un consumo menor de drogas, pero las que tienen el problema lo tienen más grave y encuentran barreras para acceder a los servicios, que no han sido pensados para ellas, sino para los hombres”. Además, ha añadido que son las mujeres las que impulsan a muchos hombres a buscar ayuda cuando ellos tienen un consumo problemático, pero “¿quién acompaña a la mujer que tiene un problema?” Aunque esta situación es menos frecuente en las mujeres “es, quizás, más complicado para las que tienen el problema encontrar salida”, ha afirmado Villalbí.
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